Los incurables para la Homeopatía


  

Varias pueden ser las razones por las cuales un paciente es incurable para la homeopatía.
Un paciente puede ser incurable para la homeopatía cuando no tiene “síntomas homeopáticos”.
Esto quiere decir, cuando no surgen de su historia síntomas que permitan encontrar la individualidad característica de esa persona traduciendo en un lenguaje de síntomas homeopáticos su padecimiento.
Muchas veces esto se debe a una incapacidad del paciente de observar o poder transmitir fielmente lo que  siente y le pasa.
Otras, a una incapacidad del médico de captar qué es lo que verdaderamente debe curar de ese paciente, o a una falta de conocimiento cabal de la materia médica homeopática, (la cual es tan vasta que no alcanza una vida entera para abarcarla completamente).

También puede suceder que el medicamento que precise ese paciente aún no haya sido experimentado y los medicamentos que se le  prescribieron hasta el momento sólo llegaron a ser  buenos similares pero no el simillimum profundamente curativo del paciente.
No obstante cuando se encuentra el simillimum del paciente, éste puede  provocar curaciones asombrosas aún en casos graves para los pronósticos habituales de muchas enfermedades, como tumores, cánceres, etc.
Por tanto si bien es necesario  considerar para las distintas enfermedades un criterio pronóstico estadístico general y no promover falsas expectativas,  es adecuado no descartar de plano un resultado evolutivo que  supere los parámetros comunes.

Otras veces un paciente es incurable cuando ya el deterioro orgánico es muy severo y se ha comprometido profundamente la capacidad de regenerar determinados órganos o tejidos.
Estos pacientes, muchos de ellos terminales o con severas enfermedades crónicas han mantenido y acrecentado a lo largo de años  el desequilibrio de su energía vital que sustenta los síntomas.
Son pacientes desvitalizados, con muy limitada capacidad de respuesta para contrarrestar el desorden que padecen.
En esos casos la homeopatía ayudará paliativamente hasta donde las fuerzas del paciente lo permitan.
Y finalmente, cuando no es posible nada mas, entonces, ayudarlo a morir, sin sufrimientos innecesarios  y con dignidad.